viernes, 6 de agosto de 2010

Lo cierto es que amé.

Solo el anonimato podía brindarme esta oportunidad. Hollando la tierra de la penitencia por más de 8 años, aunque insoportable, al fin me decido a confesar que de mal grado mi alma anda por los derroteros de la autocompasión, la taciturnia y una ínfima ilusión de taumatúrgica recuperación.

En mi adolescencia pequé de soberbia y una dama sufrió mi asechanza. La imperdonable felonía guió mi errático caminar por la senda de la soledad, justo precio a pagar por la infamia que causé. Pude, sin embargo, atisbar en varias ocasiones una redentora compasión en el destino, pues de nuevo contaba con el beneplácito del perdón para volver a amar; y qué ilusión, que no pude expresar sino con un poema a mi nueva amada:

"Cielo, tierra, fuego ¿qué son?. Alma, cuerpo, mente, ¿quién vive?
Efímera nuestra existencia es, más aun para aquellos cuyos sueños
no se cumplen, cuyo destino escrito sobre la olvidadiza arena lo
borra el viento, nefasto viento que sopla a nuestras mentes y nos
recuerda que en esta vida, no todos, solo unos pocos, nos cruzaremos
por el camino con un sueño... tú. Un sueño para aquellos cuya falta de
esperanza para sí mismos de amar y ser amados, oscurece su alma,
nuestra alma.

Dios, tu, yo ¿en quién creo?, ¿quién me ama?, si Dios me dio la espalda
¿harás tu lo mismo?. Pues si contra ambos, solo, he de luchar, mi espada
será el odio y mi escudo la ilusión que un día tuve de vuestro amor; mas
como ofensiva me serviré de que el odio que os profeso es la milésima parte
de lo que te amo. Dentro de mí lidiaré la peor batalla que un alma humana
pueda soportar, y cuando mis lágrimas griten mi derrota, de rodillas y avergonzado
moriré, y abatido en la desdicha rogaré por un beso tuyo a Dios, que ambos
me negareis.

Este es mi destino, escrito a fuego, sobre piedra, eterna como las estrellas,
del que el tiempo hará memoria, pues mi destino es no tener destino que pueda
gozar a tu lado en ninguna de las vidas prometidas al hombre. Amar esta vetado
para aquellos cuya alma se forja en la oscura soledad. Yo sé el resultado de la
batalla que perderé, lo que no sé, es si tu me miraras. Dime tu sueño etereo, si
cambiarás mi pobre sino y me permitirás ahora combatir a tu lado, soñarte despierto,
amarte en vida.
"

Supongo que tu también veras una serie de incongruencias por doquier, pero así es la mocedad, que solo siente y apenas piensa. Tan solo quise dar salida a mi creatividad y hacer algo, yo, para alguien. Pero la veleidosa fortuna, no me tenia otra cosa guardada más que la burla, pues jamas me a atreví enseñar esta irrisoria composición y de nuevo me ví en el exilio social. Y ¿qué es lo que hace un desesperado?, volver a intentarlo, porque aunque de suyo es que el pecador se mortifique, no le es menos extraño el anhelo de la redención:

"Aun no te he besado pero ya me lo imagino: un día corriente
en una ciudad corriente, tu y yo nos miramos sin saber bien
que decir, me acercaré a ti y primero serán mis manos testigos
de la suavidad de tu rostro. Deslizándose mi mano por tu
mejilla descubro tus labios, ígneos labios que anuncian el
temblor de una emoción, de los que sale una vehemente frase
que vuelve hialino mi negro espíritu: ¡bésame!.

Es entonces cuando mi decisión que convierto en promesa
debe postergarse, un sueño sabor a pomarrosa me hace triste
juramento de no volver, su verdadero dueño clama egoísta,
como débil hombre bajo tu mirada, el nacer de una lágrima
en sus ojos que por fin halle paz en la unión de vuestros
labios, emblema de un amor que lloraré por ni siquiera poder anhelar.
"

Pero olvidé que el perdón se consigue por la via de la expiación, es decir hay que pedir perdón, asi que finalmente esta ilsuión de un nuevo amor se desvanece por tener trabajo pendiente.

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